ZUMARRAGA

La inauguración del nuevo Cementerio en 1875, de estilo neoclásico, ha sido ampliado y reformado en 1984 en una cripta. Es un novedosa obra arquitectónica en el territorio vasco. Su arquitecto José Antonio Pizarro, a creado un espacio que es un recordatorio de los templos egipcios, considerados como “de viaje infinito”. El espacio rodeado de símbolos, con la perspectiva dilatada por los arcos y las remarcadas vigas, el suelo señalado con líneas que dinamizan el recorrido y sobre todo con dos espacios marginales en donde parece empezar algo donde todo debía acabar. «El Ángel de la vida» y «El Ángel de la muerte» Estatuas simbólicas que decoran la cripta del cementerio; el escultor es Vicente Larrea.

Esta formada por una lámina de grosor constante que, mediante pliegues, concavidades y convexidades, da forma al cuerpo de la estatua; o a la parte tangible de este cuerpo, porque en realidad la imagen se completa con el hueco que la recorre, y así se constituye mediante un volumen ficticio formado por la lámina y su vacío.

Es, por tanto, una imagen totalmente barroca en su significado. Los camposantos son lugares que emocionan por la posibilidad de crear espacios espirituales, crean con intensidad sentimientos de los vivos ante sus muertos. Todos reconocemos la sensación de desasosiego que provocan los cementerios, pues bien, lo que han hecho las obras de Pizarro y de Larrea es dar forma artística a esas sensaciónes, de manera que el lugar forman un todo homogéneo interesante para ser visitado por residentes de Zumarraga como también por los foráneos.